El siglo XX había empezado hace no mucho y con este también habían nacido nuevas corrientes que desbancaban a las anteriores, tanto el realismo y el naturalismo que se esforzaban por la reconstrucción de la realidad.

 

Gracias a la relevancia que el signo lingüístico cobró, es decir, significado y significante. Se concluyó que las formas conocidas de expresarse no podían describir a cabalidad la realidad. Se admitió que existía una realidad objetiva y una realidad literaria reconstruida de mil formas por el lenguaje. Entonces quedó claro que debían buscarse nuevas maneras de expresarla. Ahí surgieron nuevas corrientes literarias como el realismo mágico, el surrealismo, por mencionar algunas.

 

Como representante indiscutible de estas corrientes está Julio Cortázar y su prolífica obra que marcó un antes y un después en la literatura latinoamericana

 

Fue en 1946 que vio la luz por vez primera el cuento de Julio Cortázar “La Casa tomada”. Atendiendo la afinidad creativa de su contemporáneo, Jorge Luis Borges se publicó dicho cuento en la revista que editaba.

 

Luego, se recogió en el volumen “Bestiario” junto a otros cuentos con los mismos rasgos cortazarianos que hasta nuestros días definen la fantasía de este prominente representante del surrealismo latinoamericano.

 

Este cuento es emblemático de la obra de Julio Cortázar porque es el inicio de un estilo fantástico que puliría con los años. Empieza como una historia cualquiera, una casa y la rutina que se genera para mantenerla en pie, uno de los habitantes es el que narra todo. Este narrador funciona como “narrador intradiegético “, denominado así porque es quien se desenvuelve como personaje, actúa y juzga; además de tener opiniones sobre todos y cada uno de los hechos y personajes.

 

El análisis comparativo que mejor se ajusta al contexto socio-político de el momento que Julio Cortázar escogió inmortalizar con su pluma, es el que reduce toda la historia de “La casa tomada” a una parábola memorable sobre la revolución Peronista de esa época.

 

Se sabe que la acción sucede en alguna ciudad de Argentina porque el narrador-protagonista se queja de no encontrar novedades literarias de Francia desde 1939.

 

Cortázar era un firme opositor de Juan Domingo Perón, tanto así que los partidarios de Perón lo llamaban “gorila”, un término que designaba a los contrarios al gobierno peronista.

 

El autor creía firmemente que la Argentina, tal como él la conocía, iba retrocediendo cada vez más debido al auge del peronismo en todas sus formas. La participación política de los argentinos de todos los sectores mermaba según el oficialismo se instalaba.

 

No prosperaba mucho la libertad, resultando un régimen asfixiante y totalmente controlador de todos los aspectos de la vida diaria; de igual forma sucedía que muchos argentinos resultaba enormemente fanáticos de ese régimen y eran capaces de denunciar a cualquiera, incluso a su propia familia, en caso de no tener una conducta peronista (por ejemplo hacer una fiesta cuando se había decretado los luto nacional luego de la muerte de Eva Perón).
Cabe destacar que a poco de escribir ese cuento, Cortázar se fue del país, residiendo de ahí en adelante en Francia.

 

Lo que sea que toma la casa, podría interpretarse sin problemas como la irrupción de las clases trabajadoras, que van devorando pedazo a pedazo los espacios de poder de la antigua oligarquía argentina, perpleja ante el nuevo fenómeno.

 

Es lógico que él, proviniendo de una familia burguesa, con afiliaciones diplomáticas, viera en esa situación una amenaza al estilo de vida que siempre había conocido.

 

Respecto a esta tan conocida interpretación el mismo Julio Cortázar contestó cuando le preguntaron al respecto: “Casa Tomada bien podría representar todos mis miedos, o quizá, todas mis aversiones; en ese caso la interpretación antiperonista me parece bastante posible, emergiendo incluso inconscientemente”.

 

Cortázar dejo claro que la interpretación anti peronista del relato claramente podría ser probable, sin embargo, también declaró en varias ocasiones que el nacimiento de la idea que dio fruto en el cuento surgió de un sueño, una pesadilla mejor dicho, en la que un ente misterioso se hace presente en su casa y paulatinamente (por el temor) va empujándolo hacia distintas áreas de la casa, hasta que por fin, termina dejándolo fuera de ella sin siquiera haberse percatado de la precisa naturaleza o composición del mismo.